Arboricidio. Incomprensible guerra contra los árboles
Leé la nota del video
PRIMERA PARTE
ARBORICIDIO. LA INCOMPRENSIBLE GUERA DE CÓRDOBA CONTRA SUS ÁRBOLES. ESCRIBE: PABLO CANDI
Según la Organización Mundial de la Salud, para tener una buena calidad de vida en un ambiente urbano se necesitan al menos 15 metros cuadrados de espacios verdes por habitante.
Córdoba tiene la mitad, 7,5, y en vertiginoso descenso.
Las últimas administraciones municipales han dejado estragos en toda la infraestructura de nuestra ciudad, y el arbolado público no es la excepción.
Cuando Ramón Javier Mestre asumió, teniendo a Rubén Martí como asesor, mucha gente se esperanzó de que este panorama gris pudiera cambiar. No fue así.
Mientras el intendente se sacaba fotos plantando algunos árbolitos y gastaba fortunas en publicidad prometiendo 100 mil nuevos, la dirección de Espacios Verdes autorizaba a empresas privadas y particulares la tala de árboles centenarios con las excusas más inverosímiles.
La Municipalidad cuenta con más de 10.000 empleados, pero la sección de Agronomía de Espacios Verdes tiene solo 5 inspectores para los 480 barrios de la ciudad, y solo 3 de ellos operativos, ya que los otros no cuentan con movilidad.
En definitiva, nada se ha modificado en el área con el cambio de gestión, continúan las mismas condiciones, los mismos empleados, la misma inexistente política de cuidado del los espacios verdes.
El inspector a cargo del arbolado de la ciudad, Daniel Omar Wuerich autorizó en 2011 la extracción de 12 árboles, fresnos de entre 25 y 30 años, y de 5 a 8 metros de altura, en perfecto estado, en brotación, a pedido de la directora de la escuela provincial Primera Junta.
¿La excusa? aparentemente las raíces superficiales de algunos árboles levantaban baldosas de la vereda causando tropiezos.
Un año y medio después, los árboles ya no están y las veredas continúan rotas.
En el caso de la escuela Emilio Olmos, la extracción de una tipa de más de 40 años y la poda severísima (dejando solo el tronco y algunas ramas principales) de otras tres, fue autorizada por la Municipalidad a pedido de la directora por temor de que pudiesen caer, aunque no hubiese ningún antecedente que hiciese pensar que esto era inminente y las tipas estaban sanas y en buen estado.
La tala y la poda en Córdoba están prohibidas expresamente por ordenanza nº 7.000, pero ¿cómo podemos exigirle al vecino que cumpla una ordenanza cuando la propia municipalidad la viola sistemáticamente?
SEGUNDA PARTE
La calle Telésforo Ubios, de Barrio Cerro Chico, allí donde vive el ex vice gobernador y actual concejal Pichi Campana, se destacaba por estar flanqueada por enormes eucaliptos centenarios, protegidos por la municipalidad.
Pero el inspector Daniel Wuerich autorizó “tareas de mantenimiento” llevadas a cabo por una empresa privada, que mutiló los árboles dejando solo sus troncos, sin ninguna supervisión de especialista alguno.
Los cortes en las ramas no fueron “curados” como lo indica el propio manual de la Municipalidad, por lo que si el árbol llegara a sobrevivir, estaría expuesto a enfermedades y plagas que justamente generan el debilitamiento y la caída de ramas o del árbol entero.
Es otro increíble ejemplo de esta absurda guerra de Córdoba contra sus árboles.
Se estima que dos árboles adultos producen todo el oxígeno que una familia promedio consume al año.
Uno solo de esos eucaliptos masacrados puede absorber todo el dióxido de carbono producido por 8 automóviles.
En nuestro agobiante verano cordobés, las diferencias de temperatura entre una zona arbolada y otra carente de árboles es de hasta 7 grados.
Reforestar sirve, pero no para cambiar un árbol maduro, que hoy da sombra y oxígeno, por un arbolito raquítico que lo hará, con mucho esfuerzo y cuidados, dentro de 30 años.
Todos somos responsables, debemos exigirles a nuestras autoridades que cumplan con las ordenanzas pero también ser parte de la educación que cambie conceptos atrasados y erróneos.
Es imperiosamente necesario generar conciencia, para que se entienda al árbol como nuestro mayor aliado, y dejar de considerarlos una molestia, un peligro, o un estorbo.
Si no queremos tener una ciudad de puro cemento y una provincia desértica, tenemos que cambiar esta manera perjudicial de relacionarnos con nuestro ambiente. Solo la participación ciudadana puede garantizar un futuro mejor, sano y armonioso para todos.
Podría parecer demasiado obvio pero evidentemente hace falta repetirlo: CUIDAR NUESTROS ÁRBOLES ES CUIDARNOS A NOSOTROS MISMOS.
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