PRIMERA PARTE
AZUL INSEGURIDAD. ESCRIBE: MARCELO LUCERO.
Durante los últimos años se puso de moda en los medios
hablar sobre el tema de la inseguridad.
que, aunque algunos se empeñen en negarlo, el fenómeno existe.
Los casos de robo, asesinato, vandalismo, y tráfico de
drogas, se han instalado como tema de conversación recurrente entre la gente,
Sin embargo, nunca se vió en la televisión un fenómeno tan
alarmante e ignorado como el que trata este informe.
Es que en este último tiempo ha crecido en número un grupo
que despliega su actuar ante los ojos de todos los cordobeses.
Estos hombres y mujeres entrenados, que hoy superan el
número de 20.000, realizaron durante todo el año 2009 54.223 privaciones de la
libertad.
Pareciera ser que los enemigos declarados de este grupo
comando son los jóvenes menores de 25 años.
En un principio, se dedicaron a encerrar en calabozos
precarios a gente pobre, que le gusta el cuarteto y que habla con tonada bien
cordobesa, demostrando así su desprecio por las clases populares. En Córdoba no
hay limpiavidrios que no haya sido encarcelado de forma injusta por estas
personas.
Pero con el paso del tiempo, fueron ampliando su rango de
enemigos y hoy se llevan en sus automóviles identificados con pintadas blancas,
rojas y negras a cualquier hijo de vecino que ellos consideren peligroso.
¿Y cómo nadie hace nada? Te preguntarás. ¿Cómo la policía no
interviene en un caso tan grave?
La respuesta es simple: el grupo que se denuncia en este
informe es la policía de córdoba, que
actúa a su gusto y piachere
a partir de una ley inconstitucional aprobada por nuestros legisladores durante
los `90.
SEGUNDA PARTE
Hace 158 años se aprobó
Nacional
la cual garantiza ciertos derechos básicos para todos los ciudadanos, tales
como el de circular libremente, a la defensa y a un juicio justo, a trabajar y
a la intimidad.
Sin embargo, pasados 141 años de la instauración de la ley
suprema, en 1994 unos patriotas devaluados, incapaces de dar respuestas al
problema de la pobreza, crearon una serie de leyes que tendían a marginar este
flagelo. Así fue como se llegó a aprobar el Código de faltas.
Esta es una legislación que pretende penar a las pequeñas
infracciones que no llegan a ser delitos.
El gran pecado de esta ley es la indefinición de los términos
que utiliza para nombrar a las contravenciones que castiga. Así, la policía es
el sacerdote que se encarga de decir en cada caso quién tiene el demonio
adentro.
Por otro lado, pareciera ser que para confeccionar el Código
de Faltas los legisladores se valieron del principio de psicología inversa.
Si
Constitución
aseguraron de que el nuevo código penara el consumo de alcohol en la vía
pública sin estar ebrio.
Si
Constitución
diputados y senadores dijeron que la prostitución escandalosa estaba mal, sin
definir qué es “escandalosa”.
Si
Constitución
queridos legisladores le dieron la potestad de sentenciar a los policías.
Y por fin, el favorito de los de gorra azul, que permite
encarcelar a cualquier persona sin ningún tipo de salvedad y viola el derecho a
circular libremente: el merodeo.
Vernos rodeados de policías ha logrado el efecto contrario
al deseado: en vez de estar más protegidos nos encontramos amenazados sin saber
cuándo se considera que estamos merodeando.
Quienes casi nunca están cuando se los necesita, siempre se
encuentran cuando nadie los llama.
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