PRIMERA PARTE SOPA: UNA LEY DE DINOSAURIOS. ESCRIBE: ADOLFO STRUCK
Ey, usted que está viendo el Avispero ¿Cuantas veces bajo una peli o un Cd de Internet? Todos fueron felices al poder acceder al cine y la música sin pagar, pero parece que lo “bueno” dura poco.
Los sitios de descargas incrementaron su popularidad exponencialmente en los últimos años y en particular uno llamado Megaupload.
El 19 de Enero un tribunal yanqui ordenó bloquear ese sitio donde usted bajaba películas a granel.
Inmediatamente se lo relacionó con la su-puesta aplicación de una ley norteamericana llamada Sopa, que significa “Parar los Actos de Piratería en Línea”.
Eso no es cierto porque la ley en discusión, impulsada en EEUU por el republicano Lamar Smith, todavía no fue sancionada.
Además los muchachos de Megaupload, no son ningunos bebes de pecho. Fueron apresados por traficar material con derechos de autor y lavado de dinero.
Más allá del incidente de ese sitio, la discusión de fondo es: ¿Cuál es el problema de que se descarguen pelí-culas o música de la red?
Esta pregunta parece tener una sola respuesta: El problema es que la web le achica el kiosco a las grandes dis-cográficas y distribuidoras de cine, en su mayoría de EEUU.
Es probable que los artistas vieran mejor recompensado su trabajo con tiendas en línea para comprar música o películas, pero los muchachos de la SONY, WARNER y afines van a mover cielo y tierra para que eso no ocurra jamás.
La ley SOPA está pensada para garantizar que internet termine controlada por corporaciones.
SEGUNDA PARTE
Esta ley antipiratería, por ahora archivada en la cámara de representantes yanqui, permitiría a la justicia de ese país bloquear cualquier número de IP (número de protocolo de internet).
Cualquier número al cual esté asociado un sitio que permita descargas de material con Copyright o derechos de autor.
Hay un primer problema técnico, ya que al bloquear un número de IP donde este alojado un sitio o servidor pirata, también se bloquearan el resto de los sitos asociados ese IP, aun cuando estos no se dediquen a la piratería.
La ley permitiría a la justicia norteamericana cerrar sitios desarrollados fuera de su país pero alojados en servidores norteamericanos, esto conlleva una intromisión en juris-dicciones que no le son propias.
Lo más grave de esta ley es que fue pensada para consolidar el mercado de las grandes industrias culturales y no permitir nuevas formas de comer- ciar o tan sólo compartir lícitamente música o películas.
Actualmente existen diversas formas de acceder a materiales con derecho de autor legalmente.
Una es utilizando programas como Emule con el protocolo P2P, red “Punto a Punto”.
También se puede comprar música en tiendas online como ITUNES o Google Music.
En el caso del cine, existen sitios como NETFLIX que permiten ver películas online cobrando un abono mensual.
De desarrollarse más estas posibilidades, los artistas podrían comercia-lizar sus obras de manera independiente.
Muchos artistas ya han usado la red para comercializar o difundir sus obras.
La banda británica Radiohead subió hace 2 años su disco a su página Web y dejó a criterio del fan el pago de una tasa que iba de 1 dólar o más a voluntad.
Piñón fijo, cordobés famoso si los hay, ofrece sus discos gratis en su web porque prefiere que los niños conoz- can bien las letras durante sus shows.
Existen organizaciones nacionales e internacionales que trabajan para crear nuevas normativas que permitan com- partir productos con derechos de autor mediante la web.
Creative Commons, una ONG de EEUU, brinda licencias que flexibilizan la postura extrema de “Todos los derechos reservados” hacia una más flexible, de “Algunos derechos reservados” o, inclusive, “Sin derechos reservados”.
En nuestras pampas, otra organización, llamada Bienes Comunes, lleva adelante el proyecto de licencias en la Argentina Desde 2005.
Se deben pensar nuevas formas de comercialización de productos cultu-rales a través de la red.
Crear leyes para replicar disquerías en Internet y de esa manera se sigan llevando la plata los intermediarios, no es precisamente una solución ideal.
La ley Sopa fue concebida de manera analógica por los sectores más conservadores del mercado con el fin de limitar el acceso a productos culturales a través de la red.
Es hora de pensar en leyes con lógica digital, que permitan compartir música, películas o libros, respetando los derechos del autor y no restringiendo los de los consumidores.
Es necesario repensar el modelo de negocios de las industrias culturales adecuado a la era de Internet.
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