LA RUINOSA EXPROPIACIÓN DEL PALACIO FERREYRA. ESCRIBE: LÁZARO LLORENS
A fines del siglo XIX y principios del XX, por las necesidades geopolíticas de Inglaterra que necesitaba alimentos baratos para sostener su desarrollo industrial, Argentina sobrellevó un importante proceso de transformación económico-cultural que la llevó a ser conocida en el mundo como la “granja de Inglaterra”. Este proceso se reflejó tanto en campos de Argentina, que comenzaron a explotarse intensamente para producir cereales y carnes, como en las grandes ciudades del interior, que comenzaron padecer una abrupta metamorfosis producto de las influencias culturales y arquitectónicas europeas. En la Docta, este fenómeno, para alguno fruto del iluminismo, para otros, fruto de la vulgaridad de los nuevos ricos que arrojaba el modelo agroexportador argentino, estuvo representado por el barrio Nueva Córdoba. Un barrio diseñado y planificado, siguiendo las tendencias imperantes en Europa, principalmente Paris, sobre el cual se construyeron despampanantes residencias. El “Palacio Ferreira” hoy devenido a “Museo Evita”, fue una de estas célebres residencias. Su mentor y alter ego fue el doctor y político cordobés Martín Ferreyra, propietario a su vez de las canteras Malagueño, pionera en el desarrollo de la industria de la cal en Argentina. El edificio, por el cual pasaron conocidas figuras de la política Argentina, como el mismísimo Ernesto Che Guevara y Néstor Kirchner, está ubicado junto a la plaza España y el parque Sarmiento. Su diseño estuvo a cargo de los arquitectos franceses Ernest Sanson y su hijo Maurice Sanson destacados arquitectos de la “Belle Epoque”, cuya especialidad era la realización de grandes residencias para adineradas familias francesas. Su construcción se comenzó a pergeñar en Francia, en 1910, en uno de los tantos viajes de vacaciones que el doctor Ferreyra realizaba junto a su esposa Mercedes Navarro Ocampo e hijos por esa ciudad de París. Allí contrató los servicios de los arquitectos Sanson, quienes diseñaron una vivienda cargado de detalles kitch, que comenzó a construirse en 1912, pero que recién pudo terminarse en el 2016, debido a al surgimiento de primera guerra mundial en plena Europa. La ejecución de las obra estuvo a cargo del célebre ingeniero Carlos Agote, creador de conocidos edificios en Argentina. Gran parte de los materiales fueron importados directamente desde Europa, una excentricidad típica de los nuevos ricos que brotaban de la nueva argentina agroexportadora. Entre sus características más visibles, originalmente, el palacete Ferreyra contaba con 60 habitaciones, repartidas en cuatro niveles; 19 baños; y una multiplicidad de espacios para la reunión familiar y el esparcimiento de los caballeros y las distinguidas damas de la época. En detalles, tenía un jardín mediano inspirado en clasicismo francés de los siglos XVII y XVIII; un hall central de 100 por 100 pies, superior al hall del Salón de Baile del Palacio de Buckingham de Inglaterra; una monumental escalera de mas de 20 metros de altura; grandes salones de recepción en la planta baja y en el primer pisón; habitaciones privadas decoradas por casa Krieger de París; un portón de ingreso de hierro fraguado el estilo Luis XIV; y 424 metros lineales de fina verja, con adornos de fundición artística dorada, importadas directamente desde Francia, al mejor estilo Almodovar, que se apoyaban sobre un zócalo de granito rosa. Con estas influencias arquitectónicas, el Palacio Ferreyra, hoy ubicado en el corazón de Nueva córdoba, se transformó en uno de los edificios más despampanantes de la Córdoba de principios de siglo XX. Sin embargo, tras la muerte de su creador y la dispersión de sus herederos, cayó en el abandono.
SEGUNDA PARTE
El Palacio perteneció a los herederos del doctor Ferreyra hasta el 2004, cuando el gobernador De la Sota decidio expropiarlo, para construir allí un museo, realizando una serie de cuestionadas refacciones. Por esa expropiación, la provincia pagó 9,5 millones de pesos. Cifra que no conformó a la familia Ferreyra, que entabló una millonaria demanda contra el Estado cordobés por considera que esta estatización había sido una "expropiación irregular". Tras ello, inmediatamente, comenzó una dura pelea en los tribunales que tuvo su primer desenlace a comienzos del 2007, con un fallo del juez Manuel Rodríguez Juárez, que calculó la indemnización del palacio Ferreyra en 42 millones de pesos, que se elevaban a 56 millones, si se le sumaban los intereses. Casi cinco veces más de lo que había pagado el gobernador De la Sota. El Gobierno provincial apeló esta sentencia, y en setiembre del año 2010, la Cámara Civil y Comercial de Cuarta Nominación, emitió otro fallo en el cual bajó de 56 a 26 millones de pesos el monto a resarcir, más un 18 por ciento anual de intereses moratorios, es decir unos 35 millones a valores actuales. Como en un ida y vuelta interminable, esta fallo fue rechazado por la familia Ferreyra, mediante un pedido ante el Tribunal Superior de Justicia, quien hasta el día de la fecha no emitió su posición, a pesar de los intereses por mora que corren en contra de la provincia y que rondan los 10 mil pesos diarios, según fuentes de la procuraduría de la provincia. Por esta razón, la historia del palacete Ferreyra, aún tiene final abierto, aunque los costos de su millonaria expropiación recaerá sobre todo los cordobeses.
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