PRIMERA PARTE
MUJERES VIOLENTADAS
POR SER MUJERES. ESCRIBE: PAULA FRATICELLI
La “Mole” Moli en
medio de su boom televisivo reconoció haber maltratado verbal y físicamente a La
Negra, su esposa.
La modelo Victoria
Vanucci denunció a su ex marido, el futbolista “Ogro” Fabianni, por
agresiones y amenazas.
La joven Wanda
Taddei, encontró la muerte tras ser prendida fuego por su pareja, el baterista
de la banda Callejeros, Eduardo Vázquez.
Los humillantes
casos de violencia de género se repiten todos los días en cientos de hogares.
Todos los casos tienen en común una acción de violencia ejercida por un hombre
hacia una mujer.
El maltrato inicia
cuando el hombre considera a la mujer como objeto de pertenencia.
La violencia canaliza
el deseo de posesión, de dominación y control sobre la otra persona.
El ciclo de
violencia suele comenzar con la descalificación del hombre hacia la mujer, el
maltrato verbal y el aislamiento.
Luego viene la
violencia física, seguida del perdón y la promesa de que eso no va a volver a
ocurrir.
Lo cierto es que
quien violenta contra una mujer, reincide una y otra vez en su accionar.
La discriminación
es un disparador en los casos de violencia de género.
Se impide que las
mujeres ejerzan sus derechos y libertades en igualdad de condiciones respecto
de los hombres.
La Declaración
sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,
de las Naciones Unidas, afirma que “la violencia contra la mujer es uno de los
mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una
situación de subordinación respecto del hombre.”
SEGUNDA PARTE
Según la Corte Suprema de
Justicia, en enero de este año se recibieron 657 denuncias por violencia
doméstica; un 75 por ciento más que el año pasado.
Cada vez las mujeres
se animan más a denunciar la pesadilla que las tiene como protagonistas en la
propia casa.
Pero, muchas
víctimas mantienen en secreto la situación que las afecta.
El maltrato
les genera daños psicológicos que inhiben su capacidad de defenderse o tomar
medidas contra quien ejerce el abuso.
El temor a que el
agresor haga daño a sus hijos, las amenazas de muerte, la dependencia
económica, son algunos de los tantos miedos que impiden a la víctima a dar el
gran paso: la denuncia.
Hay casos que
trascienden las paredes de la casa donde ocurren y aparecen en los medios de
comunicación, esto sucede cuando hay víctimas que pasan a integrar la lista de
muertes por violencia de género.
La impunidad en los
casos de violencia de género es moneda corriente.
No son pocos los
casos de femicidio en los que la víctima ya había denunciado el maltrato que
padecía.
En Argentina
tenemos la ley 26.485, de violencia contra la mujer. Eso es un
avance.
Pero las víctimas,
en muchos casos, siguen desprotegidas frente al agresor, nadie les garantiza
seguridad después de efectuar la denuncia.
A eso hay que sumar
el maltrato al que también son sometidas cuando van a hacer la denuncia y el
famoso “por algo será” que a más de uno se le cae de la boca cuando se entera
de que una mujer es golpeada por su pareja.
Entonces, la mujer
es víctima en su casa, en la comisaría y frente a la sociedad.
No naturalicemos la
violencia de género.
Hay que seguir
dando pasos para que nunca más las mujeres sean violentadas por ser mujeres.
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